Una canción que marca el final de una etapa, no sin antes rendir homenaje a nuestra especie amiga, a la compañía y amor incondicional de los perritos de la vida.
Con su acordeón en la mano se propone contar las historias ocultas del páramo, la ciudad, el mar y el río. Es anfitrión y es carnaval. Un carnaval adornado por sonidos de acordeón, de tambores, de lamentos, de júbilo y rebeldía.